Hacer dieta no es una tarea sencilla, incluso para algunas personas puede resultar agonizante y todo un sacrificio, debido a que en nuestra cultura nos enseñaron a asociar el perder peso con tener que aguantar hambre, y no es así.
Por ello, se han realizado muchos estudios en referencia a la conexión que existe entre la mente y el cuerpo, descubriendo que existen formas para cambiar la mentalidad alimentaria de los individuos.
Todas se centran en la idea de que el placer es un ingrediente fundamental si se desea perder peso. Aunque parezca complejo y paradójico, cultivar una buena actitud respecto a la comida es la mejor forma de controlar el cuerpo y evitar aumentar de peso.
Hay que tener en cuenta que llevar una dieta adecuada y un peso idóneo es de gran beneficio para la salud, no es hacer dietas estrictas para perder peso, ya que a lo largo de un tiempo sucede lo que se conoce como efecto rebote y las personas vuelven a subir de peso.
Perder peso debe de ser una actividad placentera, simplemente comiendo de forma saludable y haciendo ejercicio por lo menos 30 minutos al día es más que suficiente.
Un cambio de mentalidad ayuda a perder peso
Las creencias influyen mucho en la forma en que nuestro cuerpo responde a los alimentos, ya que la manera de pensar respecto a lo que se ingiere es lo que moldea el apetito a través de vías fisiológicas y psicológicas.
El apetito se encuentra influenciado por señales que da el sistema digestivo, pero también existen fuertes de información que provienen de la mente, como es el caso de recuerdos a ciertos alimentos que hemos comido y las expectativas de su contenido, por lo que nos provoca nuevamente y queremos comerlo; esto le da sentido al cerebro y determinan más adelante que tanta hambre tenemos.
Esto quiere decir, que si realizamos alimentos ricos y sanos que ayuden a perder peso la mente va a recordarlos como algo placentero y no será un sacrificio al momento de volver a ingerirlos.
Pequeñas diferencias influyen en la expectativa
Aunque no se crea, un estudio reflejó que pequeñas diferencias en la presentación de un producto puede influir en las expectativas de los consumidores.
En el experimento un grupo de participantes recibieron la conocida barra de proteína, diferenciándose únicamente porque para algunos su etiqueta decía barra saludable con altos niveles de vitamina y fibra. Mientras que para otros la misma barra mostraba un texto que la describía como un bocadillo sabroso de chocolate y núcleo de frambuesa.
La etiqueta por ilógico que parezca tuvo un gran efecto en el hambre posterior a comérsela.
Los participantes de la barra saludable asumieron que esta era menos satisfactoria y por lo tanto se sintieron menos llenos que el otro grupo que consumió el bocadillo de chocolate. Incluso, los primeros tuvieron hambre más pronto que los que no consumieron ninguna de las dos barras.
Con esto, se prueba que la mente juega un papel importante en cuanto al nivel de saciedad y ansiedad de las personas.