Así es, los hombres también sufren de trastornos alimenticios en la actualidad y estadísticamente con mucha más frecuencia que en años anteriores. Tanto que la posibilidad de sufrirlos representa el 15% de los casos de anorexia nerviosa, más que en las mujeres.
Lamentablemente con frecuencia pasan desapercibidos. Sheldon quien es presidente del programa de embajadores de la asociación nacional de trastornos de la alimentación con 34 años lo relata al contar su experiencia en público. Un miembro de la audiencia, también médico, se puso de pie para decir que Sheldon había sido mal diagnosticado debido a que no era ni demasiado grande ni demasiado delgado.
La realidad es que Sheldon ha tenido problemas de imagen corporal desde niño, aproximadamente desde los ocho años y cuando esto se convierte en un trastorno alimenticio concreto no pudo darse cuenta para obtener ayuda debido al estereotipo de que estos trastornos sólo ocurren en las adolescentes.
¿Qué son los trastornos alimenticios?
Es una enfermedad que afecta la salud del individuo de manera negativa y que su única preocupación es el peso corporal y la comida, hasta el punto de llegar a la anorexia o a la bulimia. Como consecuencia se puede padecer desde enfermedades renales hasta llegar a morir, por lo que es apremiante atenderla con un especialista.
El sexo masculino también siente sobre sus hombros la presión social por adaptarse algunos tipos de cuerpos masculinos que la sociedad considera aceptables. Por eso, en muchos casos para cumplir con estos ideales limitan las calorías al comer, se ejercitan excesivamente o eliminan de su dieta el consumo de nutrientes como grasas y carbohidratos.
¿Estigma Social?
Todo gira en torno al estigma y exclusión. Investigaciones demuestran que los cambios en los senos y la pérdida de la menstruación son clave para el diagnóstico de un trastorno alimenticio en el caso de las mujeres. Sin embargo, los hombres y los niños aún siguen excluidos de la mayoría de las investigaciones sobre este tema.
Debido a que los hombres y los niños, así como quienes los rodean aún no reconocen señales en el comportamiento que haga pensar que lo padecen, o en el caso de que si se evidencie, se muestran reacios a buscar ayuda porque creen que eso los convierte en menos masculinos.
Sin dejar a un lado la propaganda que hay en las redes sociales, la cual día tras día promueve excesivos entrenamientos, fotos de cuerpos musculosos y comidas tramposas. A pesar del gran peso que tiene la sociedad sobre las personas nosotros podemos ser la diferencia.
Si notamos que alguien cercano a nosotros cambia repentinamente sus hábitos alimenticios, cambios importantes en campos como las actividades del día a día o sus relaciones interpersonales, merece atención. Todo el que recibe tratamiento adecuado para sus trastornos alimenticios obtiene buenos resultados, así como su estabilidad emocional, social, familiar y laboral.