Puede ser que vengas soñando hace años con las casas de madera, sin animarte todavía a comprometerte con semejante proyecto, o quizás acabas de encargar una y estás viendo cómo los constructores le dan los toques finales luego de una instalación asombrosamente rápida. Lo cierto es que, una vez que la casa sea tuya, tendrás que saber cómo hacer para cuidarla y mantenerla tan bonita como el primer día. No es que sea una tarea demasiado difícil, pero se ha hablado mucho, quizás demasiado, sobre el tema y nos vendrá bien despejar algunos mitos a la vez que resumimos lo indispensable para el correcto mantenimiento de este tipo de cabañas.
Por supuesto, el principal componente de las casas de madera es ese noble material que la naturaleza ha dado, el corazón de los árboles, y no es casual que sea el producto natural más utilizado desde tiempos inmemoriales para todo tipo de construcciones y estructuras. La madera, por su estructura celular flexible que proviene de un ser vivo, está conformada por miles de células solapadas, resistentes a la humedad, y contiene dentro de sí un sinfín de compuestos que le ayudan a repeler los ataques de insectos y hongos. Cuando se seca, puede permanecer inalterada por miles de años, dependiendo de la especie, y en caso de que se degrade y haya que reemplazarla, sus desechos son materia orgánica que volverá a la tierra, donde los hongos descompondrán su celulosa y la convertirán en abono para futuros árboles, cerrando el ciclo. Pero, ¿qué hay de estos fabulosos hongos y cómo los alejamos de nuestra cabaña?
Tu casa de madera por muchos años
Para que tu casa de madera dure muchos años, debes mantener la estructura seca, desde los cimientos hasta el techo. Esto no significa que no pueda mojarse con la lluvia, pues las tablas exteriores están colocadas de tal manera que botan el agua hacia fuera y el techo está construido con aleros que ayudan a disminuir la carga de agua sobre estas. La madera puede mojarse superficialmente y volver a secarse, durante este proceso se hincha levemente y luego vuelve a encogerse hasta su tamaño original, permaneciendo mayormente inalterada. Sin embargo, si la madera no tiene ninguna protección, esta repetida penetración de humedad puede producir rajaduras a lo largo de la veta, y esto a su vez puede permitir que el agua ingrese con mayor facilidad y además podría generar corrientes de aire, muy molestas en invierno. Sin embargo, el peor de los casos se da cuando la madera no llega nunca a secarse, es decir, permanece saturada de humedad por largos períodos. Esto es muy común en las tablas del suelo, donde puede aflorar humedad a través de las bases de concreto, si no han sido debidamente impermeabilizadas. Si has contratado una empresa profesional con muchos años de experiencia, puedes confiar en que habrán hecho un buen trabajo y tu cabaña durará muchísimos años.
Todo esto indica que la longevidad de una cabaña depende de las condiciones climáticas a las que está expuesta, depende también, en gran medida, de la calidad de la construcción y el tipo de madera elegida, y en última instancia también depende de ti. ¿Por qué? Porque como decíamos antes, si la madera no está protegida, la humedad acabará por agrietarla, además de que adquirirá un aspecto gris o negruzco debido a los hongos que la colonicen. Para evitar esto, es esencial que la madera esté pintada con barniz, pintura o lasur, impidiendo el paso de la humedad a su interior y protegiéndola de los rayos UV. En exteriores, es recomendable dar una mano de barniz una vez al año, aunque este período puede variar en función del clima.
Puede ser que te guste el aspecto de la madera natural, o puede que prefieras darle una capa brillante para realzar su veta. También hay quien prefiere darle un color sólido, e incluso algunos optan por dejar que el sol y la lluvia blanqueen la madera hasta dejarla completamente gris. Esto último, sin embargo, solo es posible en maderas que soporten bien el agua por sí solas, no siendo recomendable para las cabañas de abeto europeo que suelen encontrarse en el mercado. Para estas te recomendamos conocer las diferencias entre los tres tipos de productos que hemos mencionado arriba y elegir el que más vaya con tu estilo.
Diferencias entre los principales tipos de acabado
- Barnices
Son históricamente el producto más conocido para el acabado de la madera, y dan un acabado brillante formando una capa transparente sobre la superficie. Esto tapa los poros de la madera, impidiendo que el agua y los aceites la manchen, facilitando su limpieza y realzando el brillo de la veta. Originalmente, se obtenía de resinas de árboles, luego se descubrieron análogos sintéticos como el poliuretano, aún más resistentes y fáciles de aplicar, y en las últimas décadas se ha perfeccionado mucho la tecnología de los barnices al agua. Estos son muy recomendables por su baja toxicidad en comparación a los barnices que se aplican con solvente, y poseen excelente resistencia a los rayos UV. Sin embargo, la desventaja del barniz es que al formar una capa dura, esta puede descascararse con el tiempo, y para realizar el mantenimiento es necesario lijar toda la superficie antes de aplicar una nueva capa, o de lo contrario podría no adherirse bien. Todo esto nos lleva a concluir que conviene utilizarlo para el acabado de los muebles y las superficies de interior, donde necesitamos poder limpiar fácilmente, pero no en el exterior donde habrá que realizar un mantenimiento periódico.
- Lasures
A diferencia de los barnices, los lasures no forman una capa dura sobre la madera, sino que penetran en ella, dejando el poro abierto y permitiéndole intercambiar humedad con el ambiente lentamente. Están compuestos por resinas alquídicas flexibles, aditivos repelentes de hongos e insectos, y filtros UV. No se cuartean ni se descascaran, con el tiempo se degradan en forma de polvo y esto es muy conveniente, ya que solo hace falta quitar el polvo de la superficie para dar otra mano de lasur. Hoy en día se consiguen en base solvente y en base acuosa, en varias tonalidades y niveles de brillo, aunque lo más común es que den un aspecto satinado. Son ideales para el acabado de toda la madera exterior, pero no para los pisos de interior ni para las superficies de cocina, pues se manchan fácilmente.
- Pinturas con pigmento
No podemos dejar de mencionar a las tradicionales pinturas de color, escogidas por muchos para pintar el interior y el exterior de las cabañas de madera. Si no te gusta el aspecto de los nudos de la madera, o prefieres un ambiente blanco y diáfano donde relajarte, son justo lo que necesitas. Poseen propiedades parecidas a los barnices, ya que también forman una capa cerrada que no permite el paso de la humedad, y pueden llegar a descascararse con el tiempo. En exteriores, habrá que estar preparados para repasar la pintura cada un par de años, según el clima y la resistencia de la pintura elegida.
En el creciente mercado de las cabañas de madera, las opciones para el cuidado de la madera son cada vez más, y esperamos que esta guía te haya sido útil para orientarte sobre el mejor tipo de acabado para tu cabaña. Escoge los productos menos tóxicos de base acuosa si están disponibles, presta atención a la protección UV en exteriores, prefiere los lasures para las paredes externas, y utiliza un bonito barniz para las mesadas y los muebles de interior. Ponle cariño con el pincel y el rodillo, y el mantenimiento será una tarea placentera para ti y los tuyos, que disfrutarán de una bella cabaña de madera por años y años.